Las políticas educativas son actualmente un intento
más por mejorar la calidad de la educación en el país, pero ¿es eso lo que en
verdad se debe implementar?, porque si nos detenemos a pensar por un instante acerca del rol del maestro en
la escuela, encontraríamos que las políticas de Estado en la forma en como se
enseña y se aprende, han sido en ocasiones dejadas a un lado por los docentes a
motivo de encontrar en ellas, inapropiados planes de estudio que constituyen
instrumentos de organización que no son viables en todo su sentido y en todo
contexto (empero, no afirmó que se deslegitimen), lo anterior, causa de ser políticas
diseñadas en la mayoría de las veces por personas que no conviven diariamente
en el ámbito escolar, sino que más bien creen sentir las verdaderas necesidades
de la educación sin estar dentro de su entorno. Es aquí cuando considerar
reivindicar la posición del maestro como educador y como intelectual es tan
importante en nuestro tiempo a razón de intentar determinar desde las propias
experiencias y conocimientos de cada educador como aporta verdaderamente a comprender
las causas de las diversas problemáticas que circundan la escuela y sus
posibles soluciones, como también interpretar adecuadamente las metodologías
acordes para su labor educativa con cada población estudiantil a la cual esta
dedicado.
Claro ésta que no solo es algo que se presente en un
grado de educación básica o secundaria, sino a su vez es un paradigma al que
toca colocar mucha atención desde las mismas instituciones de educación
superior en donde se soporta la calidad de los profesionales involucrados en
los procesos educativos de cada niño y joven de la sociedad. Ahora bien, si
desde la academia se forman los maestros y se diseñan metodologías para
otorgarles herramientas útiles cuando se enfrenten a su campo de acción como personas
capaces de llevar a cabo un rol en particular, es propicio que en ellos se
incentive la investigación con una sólida base para su quehacer en la
educación, considerándola como una muy buena oportunidad de construirse aún más
como parte productiva para el contexto social al que pertenece, como también un
fuerte componente de aprendizaje y análisis de la realidad y su constante
transformación.
Una razón más por la cual el papel del maestro debe
ser fortalecido desde su misma profesión, la academia y el Estado como tal, es
que su dimensión en cuanto al rol social que desempeña es fundamental para las
bases de toda estructura dentro de su sociedad, pues en sus manos esta toda una
próxima generación que buscará un mejor futuro a su mismo presente, una
generación con la cual él se siente comprometido en determinada manera. De aquí
que el maestro visto como intelectual es una representación social que se
sustenta bajo el sentido de una plausible formación académica, y sobretodo, de
su capacidad para desarrollar interpretaciones lo más objetivas posibles para
su campo de acción (la educación), esto por razón que se debe considerar que su
trabajo en la enseñanza es una tarea complicada para lograr compartir de manera
más eficaz y útil el amplió saber que cada maestro tiene (pues se supone que es
él quien sabe y el alumno el que ignora, concepción que ha cambiado en el
tiempo, pero aún no del todo), todo esto es producto del estudio que al igual
que todo el conocimiento es tan solo causa de la razón y la investigación en toda
esfera social e inclusive en el interior de la escuela, algo que no se debe dar
por terminado, pues la capacidad por saciar la sed de conocer lo desconocido es
aún inmensa, y es ahí donde la investigación intelectual debe sobreponerse para
alcanzar un desarrollo más en la sociedad, o sea, innovaciones y/o
descubrimientos sobre los mismos estudios realizados con anterioridad, cuestión
que se corresponde incentivar desde la escuela por parte del maestro.
Sin las pretensiones de ser un redentor social, el maestro
y su discurso deben generar mecanismos que articulen el escenario en que se
desenvuelve, aunque todos sabemos que hay ciertas cosas que se ocultan a la
vista de un simple observador, por ello la actitud y disposición para la
investigación es una alternativa para encontrar todo lo que no es claro ante
sus ojos, o como diría Nietzsche: “todo
lo que es profundo ama la máscara[1] , y es
precisamente eso, a lo que el maestro debe concentrar sus habilidades,
desenmascarando una realidad que influye pero que no se hace evidente, facilitando
y mejorando el sistema educativo como también su metodología de trabajo. Con
esto igualmente se intenta, aparte de promover la investigación en el educador
(punto que no se observa como característico en él ante su sociedad), buscar en
la medida de lo posible una independencia del discurso y las políticas
estatales, mencionado en esta manera por no saber hasta que punto el maestro
puede llegar a desligarse del poder, incluyendo su posición como sujeto social con
el cual se haya agregado a la escenografía social a través de normas de
comportamientos, entre otras.
El intelectual que se pretende evidenciar en el
maestro es un sujeto crítico, participativo, y en cierto sentido héroe, sea ya
en su propia persona como con los que logra interactuar. La distancia que
existe entre las teorías y la realidad, es algo que también le incumbe al
maestro, esto en procura de dejar de ser un simple reproductor de conocimiento
sin razonamiento de lo que enseña, claro ésta que solamente será posible en la
medida que sea consciente y coherente con su papel de intelectual, pues su sola
figura de maestro es ya una representación de control del saber para los demás,
de ahí que se deba hacer visible su importancia y funcionalidad en lo que
corresponde al ámbito social y educativo, en este ultimo se hará pretensión de
humanización si tan solo él logra identificarse como eje de toda esa particular
tarea de la enseñanza y el aprendizaje, una labor liberada de los lenguajes
estatales que continúan representando el parlamento que cumple el maestro en su
teatro, la escuela. Cuestión que se hace alcanzable si él se percibe como
intelectual y como sujeto curioso de investigar las problemáticas que observa y
que le circundan.
La interpretación de la cultura a la que se acerca el maestro es una acción
que se desarrolla en el interior de la relaciones semióticas y con polisemias
de significados diferentes, en ese sentido la rigurosidad que se imprima en una
tarea investigativa, aparte de simplificar lo complejo, ayudará a superar ó
revalidar metodologías preestablecidas. Es de aquí, en la escritura imaginativa
que se constituye al principio de la presentación problemática a investigar,
como lo irreal se vuelve real y la gente deja de sentirse sujetos alejados de
la verdad discursiva les es propia, una verosimilitud que solo se elabora desde
la racionalidad y rigurosidad del esfuerzo del hombre.
Antes de concluir se dirá que la propuesta ensayística
replantea las viejas representaciones de la escuela y el maestro, aquellas en
donde los lenguajes estatales institucionalizan el quehacer educativo, logrando
solo una resignificación desde su interior. Proponiendo acá una temática con
inquietudes nada nuevas pero sin la suficiente fuerza que debe caracterizarla,
pretendiendo que sea revalidada y aprobada por el gobierno y la comunidad
científica, la misma a la que pertenece el maestro. Pues
pensar en investigación, innovación, educación ó aprendizaje, es buscar sinóminos de lo que significa y hace el
maestro.
Tal vez queda una o varias inquietudes luego de haber
hecho una lectura de lo comentado hasta el momento, pero en este instante es
pertinente hacer referencia a lo que corresponde a: ¿desde donde comienza el
cambio de la forma retórica de educación y el control del gobierno en el
maestro?, lo anterior podría pensarse en
varias perspectivas, sin embargo el determinismo de las instituciones tanto de
educación superior, como por maestros con voluntad de transformación y
habilidades para el alcance de sus objetivos será lo bastantemente fuerte para
constituir una lucha social que haga hincapié y produzca efectos
consecuentemente favorables para la racionalidad de las políticas
gubernamentales que legislan la educación. O sea todo depende del mismo sujeto
sujetado.
Por todo lo dicho hasta acá, la investigación
educativa debe ser motivo de un desarrollo que efectué el maestro, y aunque
suene reiterativo, toca recordar que lo que más se repite es lo que más queda;
el intelectual de la escuela es el mismo que enseña, aprende y se humaniza con
sus semejantes, el MAESTRO.
JHON
JAIRO SAMRIENTO CARDOZO
LIC.
E.B.E. CIENCIAS SOCIALES
[1] En relación al currículo oculto: Nietzsche, Friedrich, Más allá del bien y del mal s.40, citado del
artículo de la Revista Investigación
Educativa y Formación Docente –año1 –No. 2/3 –Julio/Diciembre de 1999, pág. 33.
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