EL QUEHACER DEL
DOCENTE EN EL AULA
La reflexión, como
fundamento para la revaloración del quehacer docente, no sólo debe presentar
cambios en cuanto a la forma en como se enseña, sino también, en preocuparse
por la actualización de los
conocimientos de la disciplina que se intenta compartir y comunicar,
respondiendo así, a los requerimientos de los cambios temporo-espaciales en los
que la escuela se encuentre, siendo entonces; una labor en la que la
autoevalución de los contenidos temáticos que se imparten y la forma como
comunican, determina lo eficaz de su labor en la sociedad, permitiendo dejar
atrás los esquemas tradicionales, para dar paso a nuevas alternativas donde los
estudiantes no son el deposito de conocimientos que el docente debe llenar,
sino por el contrario, son ahora participes de la construcción de saberes y
protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.
El aula, como
espacio social para la práctica educativa, es,
entre otros, uno de los aspectos que deben ser estudiados por el
docente, pues es allí donde los discursos, el pensamiento y los estilos de vida
(tanto de los estudiantes como del que comparte sus conocimientos),
interactactúan continuamente para intervenir en el proceso educativo y en las
formas de ser de todos los que transitan aquel lugar, transformando la realidad
de un simple espacio con paredes, vidrios y puertas, en una pequeña ciudad
donde la sociedad vive y se construyendo y transformándose gracias a la interacción de la comunidad.
Los enfoques o
modelos pedagógicos, influyen en el docente para determinar su propio estilo de
enseñanza, partiendo de ahí, se puede plantear, desarrollar y cuestionar el
currículo en sus diferentes componentes, aunque el modelo constructivista, es
el más favorable, puesto que es el que menos peros tiene en el ámbito
educativo: es un modelo alternativo, que no responde a lógicas mecánicas de la
planificación del docente, ni mucho menos a la espontaneidad y simplicidad de
formas educativas sin reflexión, haciendo más bien énfasis en el proceso, que
es lo que verdaderamente debe preocupar en la acción pedagógica, flexibilizando
el sentir del estudiante y los conocimientos que le son difíciles de
comprender, un modelo de interacción activa y productiva. Precisamente, la
escogencia misma del modelo o combinación de modelos define en parte el
planteamiento de la estrategia con la cual se va a presentar el docente ante
sus estudiantes, es su herramienta y carta de presentación para establecer una
conexión especial con la población estudiantil y la parte teórico-práctica,
postulando el modelo constructivista como el más favorable para las exigencias
de la actualidad, lo cual ayuda a evitar
un discurso que no pretenda ser unilateral y cerrado a posibles alternativas,
dejando de lado, alguno de los marcos complementarios en el contenido temático.
Lo dicho expresa
que el docente no solo desempeña una función de enseñanza, sino a la vez, él
como intelectual, es un receptor que: escucha, interpreta, reflexiona y recibe
los contenidos de sus estudiantes, una acción que se dirige al proceso de
construcción profesional y personal. Ésta es una imagen diferente de la que se
tenía en otros tiempos, la cual visualiza al docente, no de forma autoritaria:
del que se sabe y al alumno como el ignorante, sino como un intelectual
con una parte humana que lo complementa, una persona que fomenta la discusión y
que socializa con sus estudiantes, no que solo se remite a transmitir
información. Esa parte humana, consolida lazos de afecto con su quehacer, exigiéndose
cada vez más para la actual reivindicación del docente como intelectual en la
sociedad.
Por otro lado y
para terminar, el sentido que transfiera el docente a sus contenidos temáticos,
es un instrumento útil para generar motivación en el cuerpo estudiantil, reafirmándolo
en el sentido en que; el sentido, la objetividad y la explicación acorde,
produce unas prácticas comunicativas entre el saber y la curiosidad por saber
más, por esto es importante que la práctica educativa, tenga como prioridad, la
apertura de espacios dados para la acción dialógica, la innovación, al
actualización y la creación de un aprendizaje crítico en el aula de clase,
claro está, con el seguimiento riguroso del docente, siendo éste el medio por
el cual se evalúa el progreso del estudiantado, sin pretender por supuesto, ser
una figura autoritaria, pues la desconfianza, el miedo y la timidez, tan solo
retrasa y limita la acción del intelectual en el aula.
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