domingo, 30 de diciembre de 2012

Ensayo del Quehacer Docente


EL QUEHACER DEL DOCENTE EN EL AULA


La reflexión, como fundamento para la revaloración del quehacer docente, no sólo debe presentar cambios en cuanto a la forma en como se enseña, sino también, en preocuparse por la actualización de los  conocimientos de la disciplina que se intenta compartir y comunicar, respondiendo así, a los requerimientos de los cambios temporo-espaciales en los que la escuela se encuentre, siendo entonces; una labor en la que la autoevalución de los contenidos temáticos que se imparten y la forma como comunican, determina lo eficaz de su labor en la sociedad, permitiendo dejar atrás los esquemas tradicionales, para dar paso a nuevas alternativas donde los estudiantes no son el deposito de conocimientos que el docente debe llenar, sino por el contrario, son ahora participes de la construcción de saberes y protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.

El aula, como espacio social para la práctica educativa, es,  entre otros, uno de los aspectos que deben ser estudiados por el docente, pues es allí donde los discursos, el pensamiento y los estilos de vida (tanto de los estudiantes como del que comparte sus conocimientos), interactactúan continuamente para intervenir en el proceso educativo y en las formas de ser de todos los que transitan aquel lugar, transformando la realidad de un simple espacio con paredes, vidrios y puertas, en una pequeña ciudad donde la sociedad vive y se construyendo y transformándose  gracias a la interacción de la comunidad.

Los enfoques o modelos pedagógicos, influyen en el docente para determinar su propio estilo de enseñanza, partiendo de ahí, se puede plantear, desarrollar y cuestionar el currículo en sus diferentes componentes, aunque el modelo constructivista, es el más favorable, puesto que es el que menos peros tiene en el ámbito educativo: es un modelo alternativo, que no responde a lógicas mecánicas de la planificación del docente, ni mucho menos a la espontaneidad y simplicidad de formas educativas sin reflexión, haciendo más bien énfasis en el proceso, que es lo que verdaderamente debe preocupar en la acción pedagógica, flexibilizando el sentir del estudiante y los conocimientos que le son difíciles de comprender, un modelo de interacción activa y productiva. Precisamente, la escogencia misma del modelo o combinación de modelos define en parte el planteamiento de la estrategia con la cual se va a presentar el docente ante sus estudiantes, es su herramienta y carta de presentación para establecer una conexión especial con la población estudiantil y la parte teórico-práctica, postulando el modelo constructivista como el más favorable para las exigencias de la actualidad,  lo cual ayuda a evitar un discurso que no pretenda ser unilateral y cerrado a posibles alternativas, dejando de lado, alguno de los marcos complementarios en el contenido temático.

Lo dicho expresa que el docente no solo desempeña una función de enseñanza, sino a la vez, él como intelectual, es un receptor que: escucha, interpreta, reflexiona y recibe los contenidos de sus estudiantes, una acción que se dirige al proceso de construcción profesional y personal. Ésta es una imagen diferente de la que se tenía en otros tiempos, la cual visualiza al docente, no de forma autoritaria: del que se sabe y al alumno como el ignorante, sino como un intelectual con una parte humana que lo complementa, una persona que fomenta la discusión y que socializa con sus estudiantes, no que solo se remite a transmitir información. Esa parte humana, consolida lazos de afecto con su quehacer, exigiéndose cada vez más para la actual reivindicación del docente como intelectual en la sociedad.

Por otro lado y para terminar, el sentido que transfiera el docente a sus contenidos temáticos, es un instrumento útil para generar motivación en el cuerpo estudiantil, reafirmándolo en el sentido en que; el sentido, la objetividad y la explicación acorde, produce unas prácticas comunicativas entre el saber y la curiosidad por saber más, por esto es importante que la práctica educativa, tenga como prioridad, la apertura de espacios dados para la acción dialógica, la innovación, al actualización y la creación de un aprendizaje crítico en el aula de clase, claro está, con el seguimiento riguroso del docente, siendo éste el medio por el cual se evalúa el progreso del estudiantado, sin pretender por supuesto, ser una figura autoritaria, pues la desconfianza, el miedo y la timidez, tan solo retrasa y limita la acción del intelectual en el aula.

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