Primera parte a escribir:
Reescribir y recapitular el Materialismo Dialéctico de Henri Lefebvre:
El
proceso que nos permite recrear el mundo, interpretarlo y fundirlo en un sólo cognitivismo
experimental a través de las acciones individuales no son más sino el hecho de sentenciar
la teoría y la práctica por medio del analizar el universalismo que intentamos
obtener de nuestros juicios en sociedad. Una colectividad recurrente que aunque
no lo sepan o lo reconozcan oficialmente como lo hace el campo de las sociales,
intenta refutar el ejercicio mismo de una lógica formal que estudia cambios
puramente metódicos, derivaciones en las cuales el pensamiento no tiene otro
objeto que el mismo. Toda aseveración no tiene para un lógico más que el valor
de un ejemplo pedagógico: los ejemplos, los pretextos, son intercambiables. Una
vez planteado, el pensamiento se confina en el interior de sí mismo, con un exiguo
de contenido, presto a librarse de él, y sin agregarle nunca otro nuevo; sin peligro
de errar, por lo tanto. Este pensamiento formal no obedece más que a su pura
identidad consigo mismo: “A es A. Si A es B y B es C, A es C”. “En la lógica formal,
parece que el movimiento del pensamiento fuera una cosa aparte, que no tuviera
nada que ver con el objeto que se piensa”, dice Hegel. (Geschichte der Phil.,
14 410).
Si esta libertad
del contenido y de la forma se lograra, imposibilitaría la aplicación de la
forma a un contenido cualquiera, o bien permitiría su aplicación a todo
contenido, aun irracional. Sin embargo, ¿es viable pensar que existan dos
lógicas completamente apartadas, una abstracta, lógica de la forma pura; la
otra sintetiza, lógica del contenido? de hecho, la lógica formal no llega nunca
a desechar el contenido porque puede sólo separar una fracción, reducirlo,
tornar lo más y más "abstracto" sin lograr nunca independizarse
totalmente de él. Maniobra sobre juicios establecidos, incluso cuando considera
su contenido como un simple excusa para la aplicación de la forma. Tal como lo observa
Hegel, la identidad vacía, absolutamente simple, no puede ser formulada. Cuando
el lógico que acaba de plantear "A" plantea "no A" y afirma
que "A no es no A", da sin justificarla la forma de la negación plantea
así "lo otro" de A, la diferencia, la no identidad, plantea incluso un
tercer término "A", que no es, ni "mas A" ni "menos
A". El concepto "no A" no se plantea más que para desaparecer;
pero la identidad se vuelve así privación de la negación, distinción en una
relación. Los principios lógicos (identidad y no contradicción) no son por lo
tanto puramente analíticos. Es más, tan pronto como uno se plantea un juicio decretado
(por ejemplo: "el árbol es verde") se plantea "A es B", no se
permanece en la identidad y en la duplicación formal; se introduce un contenido,
una oposición, con relación a la cual la identidad formal es también una
diferencia.
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