sábado, 5 de noviembre de 2011

Materialismo Dialéctico Recordemos a Henri Lefebvre

Primera parte a escribir: 

Reescribir y recapitular el Materialismo Dialéctico de Henri Lefebvre:

El proceso que nos permite recrear el mundo, interpretarlo y fundirlo en un sólo cognitivismo experimental a través de las acciones individuales no son más sino el hecho de sentenciar la teoría y la práctica por medio del analizar el universalismo que intentamos obtener de nuestros juicios en sociedad. Una colectividad recurrente que aunque no lo sepan o lo reconozcan oficialmente como lo hace el campo de las sociales, intenta refutar el ejercicio mismo de una lógica formal que estudia cambios puramente metódicos, derivaciones en las cuales el pensamiento no tiene otro objeto que el mismo. Toda aseveración no tiene para un lógico más que el valor de un ejemplo pedagógico: los ejemplos, los pretextos, son intercambiables. Una vez planteado, el pensamiento se confina en el interior de sí mismo, con un exiguo de contenido, presto a librarse de él, y sin agregarle nunca otro nuevo; sin peligro de errar, por lo tanto. Este pensamiento formal no obedece más que a su pura identidad consigo mismo: “A es A. Si A es B y B es C, A es C”. “En la lógica formal, parece que el movimiento del pensamiento fuera una cosa aparte, que no tuviera nada que ver con el objeto que se piensa”, dice Hegel. (Geschichte der Phil., 14 410).

Si esta libertad del contenido y de la forma se lograra, imposibilitaría la aplicación de la forma a un contenido cualquiera, o bien permitiría su aplicación a todo contenido, aun irracional. Sin embargo, ¿es viable pensar que existan dos lógicas completamente apartadas, una abstracta, lógica de la forma pura; la otra sintetiza, lógica del contenido? de hecho, la lógica formal no llega nunca a desechar el contenido porque puede sólo separar una fracción, reducirlo, tornar lo más y más "abstracto" sin lograr nunca independizarse totalmente de él. Maniobra sobre juicios establecidos, incluso cuando considera su contenido como un simple excusa para la aplicación de la forma. Tal como lo observa Hegel, la identidad vacía, absolutamente simple, no puede ser formulada. Cuando el lógico que acaba de plantear "A" plantea "no A" y afirma que "A no es no A", da sin justificarla la forma de la negación plantea así "lo otro" de A, la diferencia, la no identidad, plantea incluso un tercer término "A", que no es, ni "mas A" ni "menos A". El concepto "no A" no se plantea más que para desaparecer; pero la identidad se vuelve así privación de la negación, distinción en una relación. Los principios lógicos (identidad y no contradicción) no son por lo tanto puramente analíticos. Es más, tan pronto como uno se plantea un juicio decretado (por ejemplo: "el árbol es verde") se plantea "A es B", no se permanece en la identidad y en la duplicación formal; se introduce un contenido, una oposición, con relación a la cual la identidad formal es también una diferencia.

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